Aragua merece un Gobernador y Alcaldes que la quieran.

Pateando las calles

José “cheo” Díaz

No basta querer, o ser impuesto como candidato si no se quiere o se siente al municipio o al estado por el que se va aspirar, al igual si hay carencia de sensibilidad ante los inconvenientes de la gente debido a situaciones de ingobernabilidad. Resultado de estas candidaturas absurdas que agravan más la falta de credibilidad de la gente hacia sus gobernantes, es el balance pobre, lastimoso, deplorable que muestran en Aragua las gestiones del Gobernador y de la mayoría de los alcaldes, por no decir todos, divorciados totalmente del ejercicio de sus cargos y de sus responsabilidades.
Gobernantes enclaustrados, encerrados entre el aire acondicionado de sus despachos y de sus vehículos, ajenos a los problemas que perjudican la calidad de vida de un colectivo desasistido y engañado.
No hay un solo municipio de Aragua que muestra una eficiente gestión gubernamental. Los alcaldes se han dedicado a otras cosas, menos a trabajar por los habitantes de su jurisdicción.
Resultado de ese desgobierno son las quejas, reclamos de un pueblo duramente castigado, que no tiene a quien y a donde recurrir para que le solucionen irregularidades relacionadas con servicios públicos, aplicación de políticas impositivas cercenadoras del libre trabajo, ausencia de condiciones para un buen vivir y violación de las leyes por parte de las propias autoridades.
En este escenario aragüeño, vemos que en Santos Michelena y Revenga, la inseguridad mantiene enclaustrados a sus residentes, ante una delincuencia que azota a vecinos y comerciantes.
En Ribas, el alcalde y su jefe de Hacienda, encarnan los preceptos de la inquisición, con la daga en la mano cerrando comercios e industrias, sordos ante cualquier petición de diálogo. La política del garrote es la troglodita razón de gobernar, en La Victoria obviándose toda forma de diálogo.
En Bolívar, sobran los problemas y son escasas las iniciativas de un gobierno municipal, a espaldas de la herencia histórica de la zona.
En Tovar, el municipio subsiste por si sólo. La herencia y el amor al trabajo de los lugareños, que al igual que sus antepasados mantienen una titánica lucha para salir adelante, sin contar con apoyo oficial
En Girardot no se siente que exista gobierno, la otrora ciudad jardín continúa aislada de planes urbanos cónsonos con su categoría de capital de estado. Maracay es una mala sombra de la bucólica urbe que atraía propios y extraños. Oscura, sucia, colapsada, congelada en sus problemas, carece de un plan de desarrollo urbano que le permita dar un salto al nivel de modernas y humanizadas ciudades vanguardistas orgullo de sus residentes y visitantes.
Maracay, capital del quinto municipio con más ingresos de Venezuela, con cerca de un millón de habitantes apenas cuenta con un espacio recreacional y natural, hoy en penumbras como lo es Las Ballenas o el Parque El Ejército. No hay políticas de bienestar para el ciudadano ni para su familia.
Mario Briceño es el mejor ejemplo de una pésima gestión. Con razón la alcaldesa fue la primera en apoyar la propuesta de eliminar los alcaldes. Claro si ella no trabaja por su municipio.
Costa de Oro, es otro cuadro de calamidades. En esta zona sus habitantes siempre declaran que allí no hay gobierno y si hay una autoridad, se desconoce que hace. La zona subsiste gracias a la tesonera tarea de comerciantes del lugar.
Mariño, Linares Alcántara, Libertador, Lamas, están calcados con un mismo patrón de desgobierno y de carencia de iniciativas que conlleven al bienestar colectivo.
Sucre no escapa de los deseos de los vecinos por un gobierno eficiente y que responda dando respuestas oportunas a los problemas que persisten.
Zamora y los municipios del sur, San Sebastián de los Reyes, Camatagua, San Casimiro y Urdaneta reflejan abandono por doquier. Los alcaldes de estas regiones viven en el anonimato de quienes no tienen nada que mostrar.
Y cuando se habla de un vacío de gobierno, la gobernación de Aragua no ha sido una institución de luchas, coraje, iniciativas para apuntalar el progreso en todos los municipios, sin excepción alguna. Este pobre desempeño ha sido aliado de la incapacidad en el manejo positivo de los destinos de un estado a la deriva, siempre a la espera de lo que decida Miraflores para la región.
Esta dependencia denota un escuálido aporte de ideas, trabajo, por ello el clamor colectivo del pueblo aragüeño que reclama gobierno, participación y resolución de molestias de todo tipo, es un eco de una sempiterna indiferencia oficial.
Ante este panorama que no tiene porqué alegrarme porque significa el abandono y el sufrimiento de mi pueblo, es que se sustenta mi compromiso con los aragüeños que han venido pidiendo que sea candidato a la gobernación de Aragua. De tal forma que mi aspiración no estaría enmarcada en motivaciones personales, sino en el deseo de cambios, participación y anhelo de un colectivo consciente y convencido de mi trayectoria de luchador social para llevar con éxito la región por nuevos derroteros donde la unidad, bienestar, progreso, tengan cabida, porque Aragua es de todos los que la amamos y luchamos por ella.
diazutrera@hotmail.com

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